Tienen discapacidad y llegaron a ser abanderado y escolta, pero el camino no les resultó fácil

La inclusión de los niños con discapacidad en las escuelas convencionales es una materia pendiente que no se logra cumplir no sólo en Mendoza, sino en todo el país. Si bien las instituciones hacen todo por lograrlo, no es una tarea sencilla.

Un claro ejemplo de esto es lo que reflejan Joaquín Simari y Bautista Gaspari, dos estudiantes de 7º grado de la escuela Sarmiento que padecen diferentes tipos de discapacidad y, pese a ello, este año sobresalen como abanderado y escolta de la Bandera Nacional.

Si bien esa escuela es la primera en Mendoza en contar con dos alumnos abanderados nacionales incluidos, para las personas con discapacidad asistir a los establecimientos educativo, a veces, no resulta fácil.

“Luego de recorrer varios establecimientos logramos un banco en esta escuela, pero no fue sencillo. La adaptación no es algo que se de de un momento para el otro y hay muchos obstáculos que sortear”, comentó Jésica, mamá de Joaquín que padece dificultad motriz.

Para Mónica, en cambio, el panorama no fue tan complejo porque hace dos años, Bautista comenzó a perder la visión de manera progresiva. “Hoy lo difícil es que sus compañeros entiendan que él tiene limitaciones y requiere asistencia”, comentó su madre.

La supuesta inclusión de las escuelas

Todas las escuelas tienen la obligación de abrir sus puertas a todo niño que desee estudiar. Es un derecho que el menor posee, sin embargo, no todas las escuelas están preparadas para incluir.

Y si bien eso sólo lo saben los que golpearon una y mil puertas para que su hijo pueda ejercer sus derechos, los padres de niños con discapacidad advierten que es necesario que las cosas en Mendoza comiencen a cambiar, porque muchos hablan de una supuesta inclusión que, en la práctica, no existe.

Joaquín, la silla de rueda no es impedimento para portar la bandera

Joaquín nació con Encefalopatía Crónica no Evolutiva (ECNE). Tiene 12 años y este 2024 tiene el honor de ser uno de los abanderados nacionales de la escuela Sarmiento.

Este lunes, lució por primera vez la bandera, en el Acto de Conmemoración en
honor al Día de la Reafirmación de los Derechos Argentinos sobre las Islas Malvinas. Su emoción era inmensa, también sus nervios para que todo saliera bien, sin inconvenientes.

El pequeño no es el único orgullo de los Simari, sino que su hermano mellizo, Nicolás, que no posee discapacidad, también es abanderado.

“Luego de un largo camino, de golpear muchas puertas, hoy como padres sentimos que valió la pena el esfuerzo, el no resignarse. Hoy valió la pena enseñarles a los chicos que lo importante es estar siempre comprometido con lo que se hace”, contó a El Sol su madre Jésica.

La mujer es el pilar de la familia. Es la que lo lleva a sus terapias día a día, la que lo ayuda a estudiar, la que siempre está, acompañada por su esposo, claramente. “Ellos son todo para mí, me apoyaron a que no bajara los brazos y hoy siento una grandeza enorme”, dijo Joaquín.

El niño que, en un futuro sueña con ser periodista deportivo, contó que hoy en la escuela se siente muy cómodo e incluido, aunque hay momentos, como el horario de la salida, en los que no logra que los alumnos respeten su condición y todos corren por salir antes, sin mediar que él está limitado, con una silla de rueda.

“Entiendo que todos quieren irse a la casa, pero también ellos tienen que respetar y entender las prioridades, pero no pasa y es agotador”, dijo.

Ante esto, su mamá comentó que no ha sido fácil su camino. “Nosotros vivíamos en Corralitos (Guaymallén) y en Ciudad conseguimos un establecimiento donde aceptaran a mi hijo. La mayoría nos cerró las puertas, o porque no contaban con estructura, o porque no tenían disponibilidad de bancos o porque simplemente no lo querían aceptar”, comentó la mujer.

Luego, agregó, si bien en la escuela Sarmiento las cosas fueron dentro de todo fáciles, es difícil que los chicos integren e incluyan y lo hagan sin prejuicios. “Ya pasamos siete años acá y ahora se nos viene un nuevo peregrinar, porque la escuela tiene sólo nivel Inicial y Primario, por lo que el Secundario lo tendrá que hacer en otro lugar”, expresó la mujer.

Su hijo tiene ganas de entrar a las escuelas de la Universidad, por lo que esperará el nivelatorio que tienen que rendir y verá si ingresa. “Más allá de eso, tenemos que ver si puede cursar con silla de rueda, si cuenta con adaptación y demás”, agregó la mamá.

Bautista y el dolor por perder la vista

Bautista es otro de los chicos con discapacidad que asiste a la escuela Sarmiento. Padece Artritis Idiopática Juvenil hace dos años comenzó a perder progresivamente la vista y esa situación no fue un impedimento para que lograra ser escolta de la Bandera Nacional, pero sí siente que dentro del establecimiento no logra la inclusión que merece.

“Al verlo que prácticamente no tiene dificultades, los niños no lo asisten o no lo acompañan como realmente él necesita. Entendemos que están en una edad complicada como es la preadolescencia, pero bueno, no deja de ser preocupante. Igual, desde la escuela se hacen talleres y demás, pero es difícil que los chicos incluyan”, contó Mónica, mamá del niño.

Paradójicamente, el único que le brinda asistencia a Bautista es Joaquín. “Con él todo es diferente, él siempre me acompaña, me ayuda, es muy buen compañero”, contó Bautista.

Lejos de quedarse con lo malo, el niño decidió avanzar y así fue como este lunes, en el acto, interpretó la Marcha de las Malvinas. “Nunca fui a piano, sino que estudio y aprendo con tutoriales de Youtube. Así fue como hace una semana saqué la Marcha y me ofrecí para interpretarla en el acto”, contó el joven.

Lejos de quedarse con lo “malo”. Ambos niños siguen apostando por sus futuros, ambos quieren seguir estudiando y anhelan que la falta de inclusión deje de ser un tema en las escuelas.

Fuente:El Sol