Hoy se cumple un nuevo aniversario del nacimiento de Gilda, ícono popular y musical
Hoy, 11 de octubre, se conmemora el nacimiento de Miriam Alejandra Bianchi, más conocida como Gilda, quien nació en 1961 en Buenos Aires. Su historia, marcada por la pasión, el esfuerzo y la tragedia, la convirtió en una de las figuras más queridas y recordadas de la música popular argentina.
De maestra jardinera a estrella de la música tropical
Gilda creció en el barrio porteño de Villa Devoto, en el seno de una familia trabajadora. Desde pequeña mostró una profunda inclinación por el arte y la música, aunque sus padres esperaban que siguiera un camino más tradicional. Estudió para ser maestra jardinera y profesora de Educación Física, pero una serie de circunstancias personales cambiaron el rumbo de su vida.
Tras la muerte de su padre, Gilda asumió responsabilidades familiares y trabajó para ayudar en su hogar. Sin embargo, su vocación artística seguía viva. Años después, al responder un aviso en un periódico que solicitaba vocalistas para un grupo de cumbia, dio inicio a una carrera que marcaría un antes y un después en el género.
Su nombre artístico lo tomó del personaje interpretado por Rita Hayworth en la película “Gilda”, símbolo de fuerza y sensualidad.
Un ascenso breve, pero brillante
En 1992 lanzó su primer disco, De corazón a corazón, que marcó el comienzo de una carrera meteórica. Luego vinieron La única (1993), Pasito a pasito con Gilda (1994) y Corazón valiente (1995), con canciones que se transformaron en himnos de la cumbia romántica argentina.
Entre sus temas más recordados se encuentran “No me arrepiento de este amor”, “Fuiste”, “Corazón valiente” y “No es mi despedida”, interpretados con una sensibilidad que traspasaba los límites de la música popular.
Su estilo sencillo, su cercanía con el público y su carisma natural la convirtieron en una artista querida por todos los sectores sociales, rompiendo prejuicios y llevando la cumbia a escenarios donde antes no era común verla.
El accidente que transformó su figura en leyenda
El 7 de septiembre de 1996, mientras se dirigía a brindar un show en Entre Ríos, Gilda perdió la vida en un trágico accidente automovilístico sobre la Ruta Nacional 12. En el siniestro también murieron su madre, su hija y parte de su equipo de músicos. Solo sobrevivieron su hijo Fabrizio y su representante Toti Giménez.
Tenía apenas 34 años y se encontraba en el punto más alto de su carrera. Su partida conmocionó al país, y desde entonces, su figura trascendió lo artístico para convertirse en mito popular.
En el lugar del accidente, en la provincia de Entre Ríos, se levantó un santuario donde miles de seguidores peregrinan cada año, dejándole flores, cartas y agradecimientos por los “milagros” que se le atribuyen. También su tumba en el Cementerio de la Chacarita es visitada constantemente por fieles que la consideran una “santa de los humildes”.
Un legado eterno
A 64 años de su nacimiento, la voz de Gilda sigue viva. Sus canciones continúan sonando en radios, fiestas y escenarios de todo el país. Su historia fue llevada al cine en 2016 con la película Gilda, no me arrepiento de este amor, protagonizada por Natalia Oreiro, que reavivó la memoria de la artista para nuevas generaciones.
Más allá de su música, Gilda representa la lucha por los sueños, la fe en uno mismo y la conexión genuina con la gente. Su legado trasciende los géneros musicales y se mantiene vigente como símbolo de esperanza, ternura y fortaleza.
En este 11 de octubre, se la recuerda no solo como una estrella de la cumbia, sino como una mujer que, fiel a su corazón, supo convertir el amor, la pérdida y la fe en una huella imborrable dentro de la cultura popular argentina.
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